La locura es sellada por memorias del inconsciente, se propaga por difusos márgenes, colapsos masivos, distintas especulaciones; El monumento no decae, ¡Se eleva!, y es cuando el individuo dichoso posa a contemplar más que gran su obra de arte. El alma se embriaga de emociones ficticias, más es sólo el mito quien lo cuenta. La locura puede darse a conocer como una ó varias perspectivas de lo que se define como el bien y el mal, pero dentro no hay diferencia estrecha.
Ha ido más allá de mentes comúnes y casuales. ¿Acaso en tiempos lejanos no eran admirados aquellos llamados dementes por su grandeza?, ¿Cuál era la mejor opción?, ¿Unirse a los mediocres e ingratos, o ser persuasivamente más detallante y odiosamente elocuente, y tener uso de innumerables ídeas inimaginables frecuentando en la cabeza?. El Dios era la locura misma, nadie se esmeraba mejor que aquel ser tomado por loco, pero las agonizantes distorciones iban más allá de el realismo y el surrealismo, la tolerancia no se forjaba a tomarlos en cuenta. Pero podría haber dominado mentes si no hubiera sido por un sistema inadvertido.
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